Lo que no se mide, no se puede mejorar. Y lo que no se celebra, se olvida.
Dar seguimiento no es controlar, es acompañar con intención, sostener el foco y mostrarle a tu red que su trabajo importa. Medir permite saber dónde estás parada, y celebrar es lo que convierte cada logro en una fuente de motivación.
Este hábito es clave para sostener la energía de tu equipo, reforzar lo que sí funciona y anticiparte a posibles frenos.